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La pescadora nocturna - Rainer Pimstein

15/10/2022 00:00




La pescadora nocturna

Por Rainer Pimstein **

­En un país ocupado militarmente, un soldado de la ocupación, por hacer sus necesidades, se perdió del batallón. Era una zona de grandes extensiones de dunas de arena. Como no apareció, lo dieron por perdido en las arenas movedizas.

Mientras tanto, el soldado daba vueltas en círculo, gritaba y gritaba, pero nadie lo oía. Hasta que una mujer pescadora que venía de buscar agua del oasis, y vivía en las cercanías, lo escucho.
El soldado estaba deshidratado, con las ropas gastadas de tanto arrastrarse por piedras y arena.

Ella lo llevo a su casa, que era una cueva en plenas dunas, tapada con una madera redonda, encontrada en la playa, que había sido el fondo de un tonel, proveniente de los restos de un naufragio. Vivía como aquellas arañas que viven bajo tierra y cubren su madriguera con una tapita, y cuando algún insecto pasa cerca, levanta la tapa, sale afuera y lo captura.

Ella lo cuido, lo alimento de pescado fresco, le daba agua dulce y dátiles que ella misma le traía del oasis.
Cuando el soldado estuvo restablecido, lo hizo su amante. Mejor no podía estar aquel soldado; perdido en aquel inmenso mundo de arenas y sabandijas. Había pasado del infierno al paraíso.

El soldado, escapado de una muerte segura, a pesar de gozar de las atenciones de la mujer, le preocupaba era cuanto tiempo viviría encerrado en aquella cueva. El le había tomado cariño y la quería, tampoco quería ser mal agradecido y quizás no quería sentirse mantenido por una mujer?Finalmente, se decidió y le dijo que quería volver al cuartel, que lo esperara, que volvería.

Ella le dijo, "si quieres llegar más rápido al pueblo, te vas derechito por aquí, donde veas las palmas, allí está el oasis, busca la palma quemada y allí mismo esta la trocha que te llevara al pueblo. Si quieres venir a la casa por la playa, llégate hasta donde están las rocas en cruz, allí penetras al interior, pasas 3 campos de dunas, en el tercer campo de dunas, echas un grito y yo aparezco".

El soldado cuando llego al cuartel, lo miraban como un milagro de aparecidos.

La pescadora no estaba molesta por la partida de su amante, más bien sentía una alegría que la inundaba. En efecto, cargaba la semilla adentro. A los nueve meses le nació la nueva criatura; un bello varoncito.
Mientras tanto, el soldado en el cuartel, como adivinando, sentía unos deseos imperiosos de ir a visitar a su amiga pescadora. 

Cuando salió de permiso, dijo que iba al pueblo y se desvió hacia la playa, buscando con desespero las rocas en cruz. Repentinamente las encontró y avanzo hacia el interior, al llegar al tercer campo de dunas, dio un grito y rápidamente apareció su amada radiante, con el niño en brazos. El soldado estaba maravillado con el nuevo ser. Entraron a la cueva; ella preparo un poco de comida, mientras él jugaba haciéndole payasadas al niño.

Por la tarde el soldado se fue, por la trocha del oasis, para no llegar atrasado al cuartel. En las noches, ella salía de pesca, con su muchacho cargado en un chamanto que ella misma había tejido. No podía dejar al muchachito solo en la cueva. Si ella moría alcanzada por una bala, el muchachito solito, iba a correr la misma suerte; entonces como la suerte de ambos era la misma, prefería llevarlo con ella. 

En la pesca nocturna, ella tenía mucha habilidad, nunca le faltaban de tres a cuatro pescados, en su bolso de pesca. El problema era atravesar los tres campos de dunas, que estaban vigilados por los radares y satélites, en la tierra como en el cielo. Ya que cuando detectaban algún movimiento, comenzaba la balacera. Cuando ella sentía las balas pasar silbando sobre su cabeza, se enterraba en la arena, dejando pasar un tiempo prudencial para que el satélite y los radares se alejaran del punto de movimiento. 

Cuando llegaba a las rocas en cruz, se camuflaba entre las rocas, lanzaba su sedal y comenzaba su actividad pesquera. Por su lado, el soldado, sabiendo que los radares apuntaban a los campos de dunas, cuando les informaban la dirección, el desviaba los tiros, protegiendo a su hijo y a su amada. Pero un día, despertó pensando: que estoy haciendo yo aquí, disparando contra otros que no me han hecho ningún daño y con riesgo de matar hasta a personas, que me han salvado de morir. 

"Qué sentido tiene, matar miles de personas, la mayoría civiles inocentes. Yo no sigo en esta locura". Cuando le dieron salida, dejó el fusil enfundado en su cama; desertó, y se fue del cuartel para no volver más. Con el corazón liberado de aquella maldad en que estaba metido, se dirigió raudo a la playa, pasó en un momento por la cruz de rocas y volaba atravesando los 3 campos de dunas, en el último campo, dio un solo grito, apareciendo rápidamente su amada y su hijo sonriente. 

El dijo: "dejé la violencia y la guerra; deserté, y me quedo con Uds". Para ella, fue como un golpe de suerte que cayó del cielo, porque su hijo iba a tener un padre y ella un esposo.

Con el paso de los años, el ex soldado cambio su vida y se olvido de sus congéneres, sin embargo aprendió a comer dátiles, a vivir en cuevas, a caminar por barjanes y dunas, y a enterrarse en la arena al silbar las balas sobre su cabeza, en especial cuando le tocaba salir de pesca con los albores de la noche.

** Rainer Pimstein -  Ingeniero forestal, profesor universitário
Imagen:  Pescadora - Singulart



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