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Dos pasiones - Guillermo Piernes

12/07/2020 00:00




Dos pasiones

Por Guillermo Piernes **

Reila, morena de derretir el asfalto, vivía con Tião en Río das Pedras, a pocos kilómetros del club Itanhangá, en Río de Janeiro. Trabajaba como cortacésped del campo de golf y jugaba en el día franco. Reila tenía todas las cualidades femeninas y dos características: era compulsiva para la limpieza y celosa. Tião tenía muchos defectos de los hombres y dos pasiones: la morena y el golf.

Durante mucho tiempo, Tião recogió pelotas de golf perdidas en el campo. Eran su orgullo, además de ver a los otros hombres tragar en seco al ver caminar a su morena. Casi 1.200 pelotas de golf. Todas blancas y limpias, guardadas en un rincón de la habitación al lado del sofá.

Cuando vas a sacar esta basura de la sala, era la pregunta cotidiana que Tião escuchaba mientras lavaba y cepillaba las bolas, que a veces acariciaba con un paño hasta que recuperaban su brillo.
En la gran limpieza de fin de año, Reila ordenó:

- ¡Saca esa basura ahora!

Tião fingió no escuchar, mientras se afeitaba antes de ir a jugar su golf semanal. La morena empujó la caja hacia la ventana, la levantó con gran esfuerzo y arrojó las bolas a la calle. Tião corrió hacia la ventana y vio sus pelotas de golf rebotando y rodando cuesta abajo, libres, sueltas, por caminos desconocidos.

Ciego de rabia, pero bien equilibrado sobre sus piernas semiflexionadas, girando los hombros y completando el swing, Tião le dió uma bofetada a la mujer amada. La primera y la última. Pero le pegó. La morena cayó sentada al suelo. Tião permaneció inmóvil en el centro de la habitación, petrificado ante el choque de sus pasiones. La morena no creía lo que había ocurrido. Llorando, llamó a sus hermanos en la casa al lado.

- Tião me pegó! 

Los tres hermanos, todos caddies, llegaron inmediatamente a la casa de la hermana golpeada, sudando y resoplando.

Tião se vio rodeado por los tres hombres, uno de los cuales con más de 1,90 de altura.
- ¿Le pegaste a Reila? 

Tiao pensó que estaba diciendo sus últimas palabras cuando respondió:
- Sí, le di uma bofetada...

Casi sin voz, agregó:
- Le pegué porque tiró por la ventana todas mis pelotas de golf.

Los tres hermanos se volvieron hacia la morena:
- Estás loca ... como hiciste eso -, gritó el mayor.
- Si fuera yo, te tiraba por la ventana, sentenció al menor.

Un segundo después, los cuatro corrieron cuesta abajo para recoger la mayor cantidad de pelotas posible, compitiendo con los niños del vecindario.

La morena quedó sola en la habitación, petrificada. Le ardía la mejilla izquierda y tenía lágrimas en los ojos. Sabía que el perdón llevaría tiempo, pero sería inevitable. Estos cuatro hombres, sus amores, sus afectos, eran de otro mundo llamado golf.
(Crónica publicada originalmente en portugués en el libro Golpes de Vida)

** Guillermo Piernes: Periodista y escritor
Crédito Pintura - Gemalde Abschlag - Fine Art America


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