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Café del Alto - (Crónica) - Rainer Pimstein

06/04/2025 00:00




­Café del Alto

Rainer Pimstein ** 

Los llaneros venezolanos, con su herencia andaluza, después de dominar las fieras salvajes, como: los caimanes, la culebra de agua, los cerdos salvajes, la pantera, los jaguares, se hicieron tan diestros en el uso de la lanza y el cuchillo o machete, que incluso participaron en las batallas de la Independencia.

Cuando se consolido la independencia, quedaron grandes extensiones en manos de caudillos locales, quienes pelearon contra los patriotas, defendiendo sus tierras. Algunos llaneros, huyendo de los caudillos y de la malaria, decidieron subir la montaña, armaron curiaras y balsas, se llevaron sus caballos, sus mujeres, su guitarra, sus perros, unas matas de café, un poco de ganado, y, con algunos remeros, abandonaron el llano y se fueron rio arriba.

Después de innumerables peripecias, consiguieron unas tierras montañosas, con clima agradable, menos cálido que el llano, ni tampoco tan frio, con amplios bosques, buenas fuentes de agua. Y unos suelos ricos en materia orgánica, con grillos, saltamontes, lombrices, hormigas y cantidades de bichitos pequeños también.

En 100 años, las pocas familias se repartieron las tierras y se dedicaron al cultivo del café, que se dio bien en todos los rincones de la región. El método de siembra consistía en rozar la parcela dejando algunos árboles de sombra para el café. En otros claros de la parcela, también se sembraba maíz y  frijoles.

Las familias se hicieron auto suficientes en base a su esfuerzo familiar; los muchachos pequeños eran enviados a la escuela, los varones mayores debían ir a trabajar en las plantaciones de café y las muchachas debían dedicarse a las labores del hogar, que eran: preparar la comida para los trabajadores de la casa o ajenos, lavar la ropa, buscar la leña, darle comida a los animales y cuando fuera requerido,
participar en las labores de cosecha.

Las familias de la región venían todas de esas 3 familias iniciales que habían migrado del llano a la montaña. Por problemas de consanguinidad entre ellas, casamiento entre primos, comenzaron a aparecer descendientes enanos, que las familias ocultaban. Sin embargo aquellos descendientes aunque tenían poca estatura, habían desarrollado una inteligencia notoriamente superior al resto. Alberto, que era uno de ellos, vivía en un segundo piso de una casa de madera en las cercanías de la casa familiar. El tenía su propia plantación y montaba a caballo para supervisar su producción. Era tal su agilidad, que para montarse en su caballo, se deslizaba hacia abajo, por el pasamano de la escalera; y estando a la
altura, daba un brinco y caía sobre el caballo.

Su casa tenía todas las comodidades de una casa normal y el atendía con devoción a quien lo fuera a visitar, le daba aguardiente y cualquier bocadillo que el mismo preparaba. En aquellos años en que no había televisión, el tío Alberto en un rincón de la sala, tenía una radio alemana de varias bandas, de las mejores del mercado, en la que escuchaba emisoras de todo el mundo. Por su condición, pasaba muchas horas escuchando dicha radio, de modo que estaba informado, más que cualquiera, de cuanto ocurría en el mundo. Era toda una enciclopedia, donde cualquier pregunta era respondida con tal claridad, que algunos, lo nombraban "el Iluminado".

Cuando vino la crisis mundial de 1929, la paralización del comercio obligo a los campesinos a producir sus propios alimentos, muchas familias debieron alimentarse casi exclusivamente de maíz. Debido a la crisis monetaria, era problema contratar mano de obra, las plantaciones se vinieron abajo; sin embargo, Ligia, una de las mujeres, con una férrea convicción, pensó: no todo está perdido, y se levantaba a las 4 de la mañana a una parcela cuesta arriba. Llegando a la parcela, sacaba el machete de su envoltura y se estaba hasta el mediodía limpiando la parcela. 

Su almuerzo era harina tostada con azúcar y una pequeña taza de café; si era mucha el hambre, se comía un par de huevos duros con un pelín de sal. Por la tarde, se dedicaba a sembrar las semillas, para más tarde producir los almácigos de café. Después que estaban grandes las plantas, las cargaba en un capacho de mimbre, a la espalda. Así en 2 años, sembró 20 hectáreas. 3 años más se dedico a hacerle mantenimiento de modo que a los 5 años, tenía una bella plantación en producción, que era la envidia de cuantos pasaban por allí.

Ligia, al ser tan trabajadora, tenía muchos pretendientes, que llegaban por la tarde a visitarla, ella los atendía bien, les daba cafecito y hasta pan dulce, pero no se embarcaba con ninguno. A veces la mano del hombre, es capaz de cambiar un paisaje. Otras veces la Naturaleza, transforma las
creaciones humanas y las vuelve nada. Así paso, en un tiempo de verano, donde raramente llovía, ese verano el cielo se nublo por 25 días, como acumulando agua en la atmosfera y luego llovió 25 díasseguidos. La mezcla de suelos orgánicos y arcilla, comenzó a deslizarse cerro abajo. Por todos lados bajaban corrientes de agua con barro, que arrasaban con: árboles, casas, pueblos y cementeras. Hasta
autobuses que no llegaban a destino, aparecieron sepultados por el barro.

A pesar de las tragedias vividas por gran parte de los habitantes del valle, a los 2 años, se hicieron las fiestas patronales en la plaza de toros, se hicieron carreras de burros, se eligió la reina de la zona cafetera. Todo quedo en el olvido, incluso aquellos pueblos sepultados. Unos oraban, otros pedían perdón, pero nunca falto el aguardiente en aquellas noches de recuerdo.

** Rainer Pimstein: Ingeniero forestal, excatedrático en Venezuela
* Pintura de llaneros venezolanos - Pinterest



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