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Perdóname hija - Ana Delmy Amaya

24/09/2020 00:00




Perdóname Hija

de Ana Delmy Amaya *

La cabellera negra, larga y sedosa de Lolita, sobre su caminar, atraía las miradas escrutadoras de los hombres, Juan Matías no fue la excepción.

Desde el umbral de la catedral de la ciudad, la observé y quedé impresionado.

Vaya ¡Qué mujer¡ ¿Quién será? ¿Dónde vivirá?

Decidí seguirla para saber más sobre ella, y por el momento hacia dónde se dirige.

Caminé hacia un autobús. No pude resistir y logré subirme; me senté junto a ella. Con mucha delicadeza me presenté y le expresé mi admiración por su belleza. Ella agradeció el cumplido: Gracias, en la próxima parada me bajaré.

--Disculpe señorita voy a dejarle mi tarjeta personal y le ruego que en cuanto tenga tiempo me llame. Lolita recibió la tarjeta y se comprometió a responderme.

Cuando llegó a su casa, Lolita leyó detenidamente la tarjeta donde se leía el nombre, Juan
M a t í?as Ci. ci. c all.. no se entiende?Italia Roma?

Guardó, automática y delicadamente la tarjeta en el lado izquierdo de su sostén, (noooo?) y con un nuevo impulso la guardó en la gaveta de la mesita de la cocina donde guardaba las cucharas, cuchillos y llaves. 

El día martes por la mañana su primer pensamiento: El señor de la tarjeta, el perfume que él emanaba, los ojos grises, las manos que el pasó sobre sus hombros en el asiento del bus. ¡Ay Dios mío! Bueno lo llamaré.

--Hola soy la muchacha a la que le dio la tarjeta en el bus.

Concretaron el encuentro.

La mañana era cálida, ya que ella vivía cerca del mar. Decidió asistir a la cita con el desconocido. Su caminar era rápido y ansioso, en cada paso divagaba con la curiosidad sobre el extranjero; pensaba en un posible trabajo que le ofrecería, mientras el viento soplaba su cabellera espesa.

Llegó al lugar de la cita, él la esperaba justo ahí en una cafetería de la Plaza León. Cuando la vio se paró y le puso las manos en los hombros mientras ella se sentaba. Un enorme corrientazo la invadió toda. Toda, toda. Lolita sintió la suavidad de su gesto, sus manos y la ternura en su semblante. 

 A lo largo de la conversación notó un anillo de piedra amarilla en el dedo anular de su mano izquierda y un reloj de los que nunca había visto en su vida y pensó. Que bonitas manos tiene. Juan Matías le ofreció un café, como era natural le agradeció su presencia y le preguntó el nombre  hmmm - pensó -ni el nombre le pregunté cuando la conocí. 
 
-- Me llamo Dolores pero en mi casa me llaman Lolita. Dígame Sr. ¿en que le puedo servir? 

-- Mira Dolores, estoy impresionado con tu belleza natural y tu dulzura, esa sencillez tuya me gusta y de manera respetuosa debo decirte que tu eres la mujer de mis sueños, la que siempre pensé encontrar en algún lugar del mundo, por eso me he atrevido a seguirte para ofrecerte mi apoyo, mi amor y la felicidad que te mereces. Dentro de un mes regresaré a mi patria y te pido que te vengas conmigo, te daré todo lo que puedas desear. 

-- Disculpe señor, pero yo no ando pensando en eso, si me decidí a venir fue porque pensé que se trataba de otra cosa - él guardó silencio - y mirándola fijamente a los ojos le dijo:

-- Vámonos, te prometo hacerte la mujer más feliz del mundo, pero si te he ofendido, perdóname. Perdóname hija, perdón

-- Pídale perdón a Dios. Con su permiso, dejó la taza de café vacía y sin despedirse se fue.  Él la vio alejarse con su característico caminar y su cabellera moviéndose rítmicamente, sobre la espalda. 

Juan Matías, se quedó lívido, cabizbajo, apretando los puños y con sus dentelladas, ruborizado y nervioso. Perdóname Señor mío - dijo con voz entrecortada -, sin embargo se sentía más encendido, después del rechazo. Nunca había encontrado una mujer tan atractiva y dulce como ella.

Se habían cumplido veinte días después del incidente. Lolita sabía que sólo quedaban dos días para que Juan Matías regresara a su país.

De momento sonó el timbre del teléfono móvil de Juan Matías.

-- Haloooo -dijo con el corazón acelerado?Soy Lolita?

-- Sí, dime Lolita

-- He decidido aceptar su propuesta!.

--Muy bien, te espero en el mismo lugar y a la hora de siempre para ultimar detalles sobre tu boleto, fechas y otras cosas.

--Ahí estaré dijo Lolita, impresionada. 

La mañana estaba luminosa y el sacerdote italiano también.

* Ana Delmy Amaya, Escritora, poeta y doctora en literatura
Pintura Inner Peace de Mónica Stewart 



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